Matrimonio Homosexual ¿Un desafío a Dios? IV

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los diez mandamientos

Matrimonio homosexual ¿Un desafío a Dios? IV

(El respeto absoluto a los actos y elección de cada persona)

Los tres artículos previos, con el mismo título, han producido reacciones que nos han removido la conciencia. Se ha recibido notas de algunos lectores; de unos que están de acuerdo con lo manifestado en esos artículos, y otros, que no solo no están de acuerdo, sino, que se han sentido lastimados. Y esto último, nos ha llamado a reflexión. Por supuesto que la intención, al escribir los artículos, no ha sido dañar ni herir la susceptibilidad de nadie; y, aunque no sé exactamente que expresiones los ha lastimado; por lo que sea les pido perdón. A veces sin intención lastimamos a nuestros hermanos. Aunque sepamos que, para no ofender a Dios, por sobre todas las cosas, está el respeto absoluto a la libre decisión de los actos de cada persona, y aún por encima de esto mismo, el amor sin condiciones que le debemos a cada persona. Porque Dios nos ama muchísimo, sin tener en cuenta nuestros actos; y siendo así, ¿con que derecho podríamos criticar o rechazar los actos de un hermano, si el mismísimo Dios todopoderoso lo ama muchísimo, sin tomar en cuenta sus acciones y sus decisiones?

Debo confesar que los artículos anteriores se escribieron con la errónea consideración de que la homosexualidad era una decisión; pero ahora sabemos que no es una decisión, sino que es una condición con la que uno nace. Y uno nace con las condiciones que le da la vida, qué y quien lo decide, no lo sabemos; ni es preciso saberlo. Basta con saber que debemos respetar y amar a la persona con esas sus condiciones.

Sin embargo, debo aclarar, que lo manifestado en los indicados artículos no ha pretendido juzgar ni juzga a nadie, porque no está referido a nadie; sino que es una alerta y un llamado a reflexión acerca de una conducta de transgresión de las leyes universales en general, y en particular a una determinada conducta de fornicación. Así como tampoco juzga a nadie lo que está escrito en la Biblia, acerca de las relaciones sexuales de fornicación, sean homosexuales o heterosexuales. No existe el “juzgamiento” de una conducta futura, al menos desde el punto de vista de la Biblia, por cuanto esta ha sido escrita “antes de nuestras acciones”, y creo que con el objeto de prevenirnos lo que pudiera dañarnos.

Lo que está escrito en la Biblia, y que los judíos llaman “Ley”, es en general indicaciones de un modo de vida o, consejos para que vivamos con una conducta conveniente que tiendan hacia la superación espiritual todas las individualidades y de todas las comunidades. Y naturalmente, una sociedad con sus componentes de altos valores espirituales, y por ende morales, sería una sociedad más justa, en la que reine el amor y la paz; para vivir en armonía con el medio que nos sustenta, para vivir en armonía con el planeta y con el universo. Todo esto es posible solo si vivimos en armonía con Dios. O mejor… poniéndolo en orden; si vivimos en armonía con los hombres y con el universo, viviremos en armonía con Dios.

Nos comenta el profeta, que Dios le manifestó a su hija muy amada, lo siguiente: “Yo no los he creado para que sean seres sexuales, sino para que sean seres espirituales.”…. ¿Y esto qué significado tiene? ¿Somos una sociedad de “seres sexuales”? Es que es muy cierto que nos hemos convertido en una sociedad que ponderamos el sexo y la sexualidad en extremo. En el último medio siglo, por diversos intereses, ya sea en razón a políticas de población o de salud pública, en el sistema educativo de diversos países; o de manera consciente por razones comerciales, se exacerba la sexualidad sin medir las consecuencias. Tal es así, que a menudo en campañas educativas se reparten preservativos a estudiantes de nivel secundario, aún a pre adolecentes; dándoles el perjudicial mensaje de que “la sexualidad no tiene límites”. Lo cierto es que hemos “sexualizado” nuestra cultura; cuyas consecuencias son el aumento vertiginoso de rupturas matrimoniales, incremento de las tasas de embarazo no deseado en adolescentes y pre adolecentes, el aumento brutal y genocida de la tasa de abortos.

La destacada sexóloga, Dra. Dominica Renshaw, afirma que: el 86% de las parejas con matrimonios fracasados se han divorciado principalmente por problemas sexuales. Y hay otros especialistas que afirman que, en el éxito del matrimonio actual, un 70% corresponde al aspecto sexual de la pareja. Lo que corrobora que, en la cultura actual, nos hemos convertido en “seres sexuales” que no toma en cuenta su espiritualidad. Y cuando un pueblo pierde su espiritualidad, el egoísmo y la indiferencia se apoderan de su historia perjudicialmente. Es claro que en esta situación no es posible la construcción de un mundo de paz, porque hemos puesto como fin de nuestras vidas, la sexualidad y los bienes materiales; lo que nos ha hecho seres muy egoístas. Tanto es así que usamos a las personas como si fueran cosas, y ni siquiera lo notamos ni tenemos conciencia de ello.

Las notas que se ha recibido, de dos buenas personas, las reproducimos para luego comentarlas:

LEGOLAS escribió:

"Omar:

“He leí­do su artí­culo, así­ como otros que tiene de la misma í­ndole.

“Creo en Dios, creo en Jesucristo, y como cristiano, me niego a creer en un cielo en donde Dios llame abominación a la unión sexual de dos personas que se aman. Llámele egoí­smo, abominación, antinatural y lo que quiera, pero lo que es antinatural, egoí­sta y abominable es perseguir a estas personas de la manera que se las persigue por el simple hecho de amar a otra persona de su mismo sexo, AMAR.

“En vez de escribir como los polí­ticos de nuestras naciones roban, abusan, y les importa tres narices lo que hagamos, y condenarlo al infierno mentando a Dios de por medio, o a los traficantes de personas, de armas, y todas las personas que estando del lado de la ley aceptan este tipo de cosas, usted y los que se creen todopoderosos como usted, arremeten contra personas que lo único que hacen es AMAR. ¿Después de tantos años siendo ateo no ha aprendido lo que es el respeto?

“No creo que Dios necesite que se manche su nombre en boca de quienes se creen una autoridad superior a la que existe en este mundo para juzgar el alma de nadie. Escribe este tipo de cosas afirmando que buscaba como demostrar la inexistencia de Dios cientí­ficamente. Ahora yo usaré la biblia (sólo me gusta citarla cuando se refiere a Jesús, ya que de todo lo que hay en los escritos sólo me parece realmente lógico lo que él dice): "Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra". Me parece que usted ha lanzado más de una en su intento de evangelización.

“Muchas personas necesitan hacer examen de conciencia, pero lo curioso es que los que creemos deberí­amos hacerlo el doble. Por personas como usted la gente reniega de Dios”.

Esta nota me hizo reflexionar sobre cuán malo y egoísta era yo, que escribía sin considerar que mis frases lastimarían a alguno de mis hermanos. Por lo que te pido perdón querido hermano Legolas.

La otra nota que recibí fue de:

MIGUELANGELO88, y dice lo siguiente:

"Miserables asesinos, homofóbicos enfermos y retrasados mentales, asesinos de Cristo... Les aseguro que la historia y el mismo Dios todo poderoso les cobrará cada una de las muertes y los sufrimientos por estas personas. Pagarán cada lágrima, cada desprecio a estos hijos de Cristo. A ustedes les espera el infierno, arderán en él eternamente por juzgar y discriminar a la creación perfecta de Dios.

Y para ustedes padres ignorantes y tercos, el castigo va a ser mayor... ¡Qué abominación más grande para Dios que rechazar a tu propia sangre, a tu propia creación! No se imaginan ustedes el castigo que esto tiene en el cielo. Arrepiéntanse ahora que pueden, AMEN a sus hijos como Dios los ha hecho, ayúdenles a cargar su cruz porque ustedes fueron seleccionados para esta misión asi que CUMPLANLA. Les hablo de parte del Cristo, como un servidor suyo asignado para difundir el mensaje verdadero de salvación.

Para esas madres confundidas y que no aceptan a sus hijos por algún motivo, especialmente el religioso y social aquí les dejo este video (miren la película si pueden, es hermosa y transforma vidas) y una lectura de su provecho.

¡DETENGAMOS YA ESTA MASACRE CONTRA LOS HOMOSEXUALES! ¡DETENGAMOS YA ESTE HOLOCAUSTO SILENCIOSO POR AMOR A CRISTO!

(Mateo 23, 35): Así recaerá sobre ustedes la culpa de toda la sangre justa que ha sido derramada sobre la tierra, desde la sangre del justo Abel hasta la de Zacarías, hijo de Berequías, a quien ustedes asesinaron entre el *santuario y el altar de los sacrificios.

El que tenga oídos, que oiga. (Mateo 11, 15).

Esta es mi respuesta:

Queridos hermanos: “Legolas” y “Miguelangelo88”

Reciban un afectuoso abrazo, perdón por esa gran herida, que tienen, en el corazón. Porque seguramente muchas veces han sufrido desprecio y dolorosa discriminación a causa de su condición y elección diferente. Les pido perdón por todos los que les hayan ofendido, les hayan hecho daño y los hayan discriminado, porque la verdad, en estos asuntos, la mayor parte de veces hacemos daño y “no sabemos lo que hacemos”.

Legolas, acerca de lo que dices del cielo: “me niego a creer en un cielo en donde Dios llame abominación a la unión sexual de dos personas que se aman”. Como muy bien debes saber, en el cielo no existe la unión sexual, pero sí un amor muy grande entre todos los seres. Es en la tierra, mientras tenemos el cuerpo material que se realizan las uniones sexuales de todo tipo, y de acuerdo a las sagradas escrituras, algunas de ellas son bendecidas por Dios y otras no.

Pero tienes toda la razón cuando dices que: “lo que es antinatural, egoí­sta y abominable es perseguir a estas personas de la manera que se las persigue por el simple hecho de amar a otra persona de su mismo sexo, AMAR”. Eso es muy cierto, es antinatural discriminar a otra persona por ser como es, o por su elección, o por lo que fuere; efectivamente ello es una ABOMINACIÓN. Pero ¿qué debemos hacer entre personas y grupos diferentes?, ¿debemos tolerarnos y ser indiferentes?, eso sería muchísimo mejor que juzgarnos, perseguirnos y hasta matarnos; pero tolerarnos es terrible para nuestra relación con Dios. Comenta el profeta, que un ángel conversando con la hija muy amada de Dios, le dijo: "La tolerancia es un insulto al amor perfecto e infinito de Dios", lo que significa que, entre los hijos de Dios, no debemos tolerarnos, solo nos corresponde amarnos; y que rechazarnos o discriminarnos, es realmente perverso.

Entonces la tolerancia, que es considerada un valor social entre los hombres; que es pregonada para que sea el nexo entre las razas, o entre grupos diferentes, no es suficiente para agradar a Dios; porque la relación entre grupos diferentes debe ser de amor y no de tolerancia. Si recibimos tanto amor de Dios, y tenemos tan grande capacidad de amarnos entre nosotros, porque somos hechura semejante a Dios; como dice el ángel, tolerarnos es un insulto a Dios.

La relación natural entre los hijos de Dios es de amor, así hemos sido engendrados o creados, y eso lo podemos corroborar observando a los niños, que juegan se protegen y se aman, sin tener en cuenta sus diferencias; y recordando que también nosotros en esa nuestra etapa actuábamos así. El encargo de Dios, es que guardemos y protejamos esa pureza, contra todas las circunstancias adversas de la vida. En realidad, esa es la verdadera creación de Dios, seres puros, limpios amorosos; en lo que nos convertimos cuando somos adultos, es lo que nosotros mismos hacemos con nuestra persona, abandonando la posibilidad de mantenernos puros.

Y todos, absolutamente todos los hombres y mujeres somos hijos de Dios. El alma que él nos regala al momento de la concepción, es de su misma esencia; tenemos un pedacito de Dios; por eso somos semejantes a él, por eso somos sus hijos. Entonces nuestra capacidad de amarnos es muy, pero muy, grande; pero nosotros mismos cerramos las compuertas del amor de nuestro corazón. Y toda esa posibilidad de amar a raudales, la desperdiciamos con sentimientos opuestos. El rechazo a los diferentes, y la discriminación, a cualquiera de los hijos de Dios, son una gran ofensa a nuestro Padre Celestial.

La elección de cada persona en sus actos, la libertad para escoger su conducta, es un gran regalo de Dios a sus amados hijos. Por lo tanto, los actos derivados del libre albedrío de una persona, es un asunto solo del actor y de Dios. Solo Dios es el juez, y a nadie, absolutamente a nadie, excepto a su hijo Jesús, se le ha dado autoridad para juzgar a un hermano. Y aún Jesús, que recibió de Dios todo el poder sobre la creación, no juzga a su hermano o su hermana por su conducta, sea equivocada o no: “Y enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: ¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Y ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.” Juan 8:10-11

Miguelangelo88, lo que dices: “A ustedes les espera el infierno, arderán en él eternamente por juzgar y discriminar a la creación perfecta de Dios.” Es muy cierto, que todo aquel que haga algún daño a uno de sus hermanos, va a cosechar en la misma medida de su maldad. Pero… nooooo en el infierno; sino aquí en la tierra. Recuerda lo que Dios, por boca de Moisés, les dijo a los israelitas: "Vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie" (Deuter 19 21). Les recordó la ley del talión en la que ellos mismos ejecutarían el castigo. Se entiende que eso les dijo, fundamentalmente, para que los israelitas tengan muy interiorizado: que: NO DEBEN CAUSAR DAÑO A NINGUNO DE SUS HERMANOS, y que POR CUALQUIER DAÑO QUE CAUSARAN A SUS HERMANOS, RECIBIRÍAN UN CASTIGO EQUIVALENTE AL DOLOR CAUSADO.

La ley de Talión: la pena igual que el crimen. Se lo recalcó al pueblo escogido, no para que ellos fueran los verdugos de sus hermanos; sino para enseñarles un modo de vida, en el que no se cause daño a nadie, y sea el pueblo israelita un pueblo cuyo fundamento fuera: el respeto, el amor y la paz con Dios y el prójimo. Las enseñanzas al pueblo de Israel, a través de Moisés, fueron en esencia un modo de vida; y un modo de vida que les llevaría a la plena prosperidad. Y de esta manera fuera verdaderamente un pueblo “de Dios”; que se constituyera en referencia para otros pueblos, y que con ese ejemplo de sociedad finalmente se construyera un mundo de amor y paz, en todas y entre todas las naciones.

Cuando vino nuestro hermano Jesús, el Mesías, les dijo a los judíos: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: Ojo por ojo, y diente por diente. Mas yo os digo: No resistáis al mal; antes a cualquiera que te hiriere en tu mejilla diestra, vuélvele también la otra” (Mat 5:38-39).Y luego le dijo a Pedro: “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomaren espada, a espada perecerán”(Mat 26:52). Porque no es necesario que los hombres tomen justicia con sus manos, ya está establecido que la vida misma se encargará de que se cumpla la ley del talión. Porque la ley del talión es una ley propia de la vida, una ley propia del universo; como lo es la gravedad, una ley de propia de la materia.

El que siembre un acto de bondad o de maldad cosechará de la misma siembra, posiblemente en mayor medida como todas las cosechas; y nadie puede escapar a esta ley. Los actos de maldad lo pagamos en esta vida o lo pagamos…. ¡en otra vida!; pero no en el infierno. El infierno no es para “pagar” las culpas o las maldades que se hayan cometido en la tierra; así como tampoco el cielo es para pagar las obras buenas.

Así como un hijo vive en la casa de su padre por su condición de hijo y no por sus obras, así naturalmente los hijos de Dios tienen el cielo para su morada. Pero, es necesario aclarar, que ningún padre permitiría que su hijo se siente en su mesa si no se encuentra en las condiciones adecuadas. Por ejemplo, no le permitiría sentarse si estuviera con el cuerpo lleno de lodo hediondo, peor aún si se hubiera metido en un silo fecal; previamente deberá realizarse una limpieza profunda y total, y solo después de ello, se le permitirá regresar a la mesa. Mucho más para entrar al cielo, y sentarnos en la mesa de Dios, debemos estar limpios de corazón: “Bienaventurados los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios.” (Mt 5:8)

Entonces los se van al inferno, se van solo después de haber pagado todas las culpas de sus maldades, en vida; esa es la ley del talión. Todo absolutamente todo se paga en vida, sea en una sola vida o en muchas. Dios no envía a nadie al infierno, porque ningún padre enviaría a su hijo a un lugar tan cruel. Hay entes que a pesar de haber pagado absolutamente todas sus culpas, siguen rechazando a Dios, no quieren acogerse a su misericordia; no quieren cambiar la maldad de su corazón; no aceptan el amor de Dios. Entonces al no escoger el camino de Dios rechazan el cielo, y por defecto escogieron el camino al infierno. Se van a al infierno por su propia elección, con su libre albedrío, por su propia voluntad. Un profeta, hablando del infierno, le preguntó al maestro Jesús: ¿Después de tanto sufrimiento no se arrepentirán?; le respondió: “Por su sufrimiento le echan la culpa a Dios, blasfeman y lo insultan; si hubiera alguno que se arrepintiera, yo mismo iría a sacarlo.”

Miguelangelo88, Vuelvo a tomar lo que dices: “A ustedes les espera el infierno, arderán en él eternamente por juzgar y discriminar a la creación perfecta de Dios. “Efectivamente, hombres y mujeres hemos sido creados perfectos, puros, semejantes a Dios. Así, nacemos perfectos con todo el brillo de Dios; y todo lo que tenemos que hacer en la vida es mantener esa pureza y mantenernos semejantes a Dios; por eso él nos dice: “Sean ustedes santos, porque Yo, el SEÑOR, soy santo” (Lev 20:26). Pero cada pensamiento negativo, nos va cubriendo de impurezas el alma; cada sentimiento negativo, de odio, de lujuria, de envidia, etc. Nos va cubriendo hediondez el espíritu; cada pensamiento y obra de lo que Moisés llama abominable, cubre nuestra alma de hediondez abominable. En esas condiciones, obviamente, no podemos volver al lado de Dios. Para ello debemos previamente purificar el espíritu, limpiar el alma, restituir las deudas, hacernos puros otra vez como cuando fuimos niños. “El, llamando a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: "En verdad les digo que, si no se convierten y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos”. (Mat 18:2-3)

La verdadera naturaleza del ser humano se muestra en su etapa de niño pequeño; el hombre en esta etapa es perfecto. El niño pequeño solo ama, y toda forma de su relación con otras personas y con su entorno es de amor; no rechaza a nadie, ni tiene rencor ni odio por nadie. Esa es la forma natural del ser humano; solo cuando avanza en edad es que se corrompe; de sus mayores aprende a discriminar, a rechazar y a odiar a otros grupos; y cuando le llega la madurez sexual es cuando generalmente termina de corromperse. En la madurez es cuando el dilema de la vida se hace decisivo, u optamos por perfeccionar nuestro espíritu o simplemente dejamos que nuestra naturaleza material y sobre todo la sexual, sea la que impere en nuestra forma de vida. Lo sano de la educación sería que desde niños los hagamos conscientes de este dilema, y que los niños sean conscientes que somos los mayores los que tenemos conductas equivocadas. No somos los mayores un ejemplo adecuado para los niños, sino los niños para los mayores.

Tomamos nuevamente lo que cuenta la hija muy amada de Dios, que, conversando con el Padre, él le dijo: “Yo los he creado para que sean seres espirituales, no para que sean seres sexuales”. Todas las enseñanzas desde Adán, pasando por los patriarcas, Moisés, todos los profetas del antiguo testamento, el Mesías, los profetas después del Mesías; todas sus enseñanzas apuntan a que busquemos la pureza de nuestro espíritu y que no nos dejemos vencer por las apetencias de nuestra materia. Eso no quiere decir que debamos dejar de comer o que mutilemos nuestra sexualidad, sino que la satisfacción de nuestras necesidades materiales no sea motivo de corrupción del espíritu. Entonces nos dicen que comamos lo que conviene a nuestro cuerpo y que tengamos las relaciones sexuales que convienen a nuestro cuerpo, pero no las que dañan el espíritu. Y la ley dada a Moisés, nos nombra específicamente cuales son las relaciones sexuales que dañan nuestro espíritu, y entre ellas están las relaciones sexuales de adulterio, de incesto, de bestialismo, y las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Pero la ley dada a Moisés no prohíbe amarse entre personas del mismo sexo, o entre personas cuyas relaciones sexuales serían incestuosas o de adulterio; por el contrario, el amor es la virtud esencial de nuestra alma, que viene de Dios; y debemos amarnos unos a otros como a uno mismo.

El amor es puro, no tiene nada que ver con el sexo, o las relaciones sexuales; es una confusión de categoría demoniaca llamar “hacer el amor” a las relaciones sexuales; una confusión que llega a extremos aberrantes, pues aun a la zoofilia se le llama “hacer el amor a un animal”. Las relaciones sexuales entre personas de sexo opuesto o personas del mismo sexo, son solo eso: relaciones sexuales; donde el amor nada tiene que ver. Y la prueba de que el amor nada tiene que ver con lo sexual, es que, si la relación es consentida, igual placer sienten las personas, se tengan amor o no.

Hermano Miguelangelo88, como padre que soy, te digo lo mismo que les digo a mis hijos: no es bueno que manches tu corazón con odio e insultos; además con ello ya te estarías cobrando por el mal que te han hecho; y a lo mejor no en la misma medida. Es preferible que la revancha se lo dejes a la vida, al Juez Perfecto.

Por otro lado, surge la pregunta: ¿Cómo es que, si somos creación perfecta de Dios, unos nacemos con tendencias a tener relaciones sexuales con personas del sexo opuesto, otros con personas del mismo sexo, otros nacemos con tendencias a tener relaciones con niños o niñas, o tal vez otros con tendencias a la zoofilia? ¿Y luego nos dicen que estas relaciones son prohibidas, excepto las relaciones heterosexuales dentro del matrimonio o en entrega y compromiso fiel?

Y es que en el principio Dios nos creó PERFECTOS, con las inclinaciones adecuadas; pero luego fuimos tomando decisiones equivocadas que iban deformaron nuestro espíritu; y al “finalizar la vida” ya no pudimos volver a Dios. Por tanto, si deseamos volver a él, necesitaremos una nueva oportunidad de vida. Y si se la pedimos a nuestro Padre, en su infinito amor y misericordia, siempre nos dará otra oportunidad. Y volvemos a nacer, seguramente con el firme propósito de volver a vivir y esta vez sí recuperar la pureza; pero no siempre lo logramos. Volvemos a nacer porque la misericordia y el amor de Dios nos dan otra y otra oportunidad. Y en esta nueva oportunidad debemos superar nuestras propias debilidades de las vidas anteriores y perfeccionar nuestro espíritu. Dice la sabiduría oriental que uno nace con una tendencia, o una debilidad, porque debe superarla en la nueva vida. Que, si uno ha sido rico, avaro o soberbio, nacerá con las condiciones que le permitan superar esos defectos, tal vez sin recursos materiales, en condiciones que deba superar su soberbia. Que tal vez, si un hombre en otra vida fue homofóbico, en su nueva vida nacerá con tendencias homosexuales. Más o menos así es el concepto de la reencarnación en las culturas orientales.

Sobre la reencarnación, nos cometa el Profeta, acerca de una de las visiones de la hija muy amada de Dios, quien contó: “Vi una gran cantidad de luces que se movían en la oscuridad, y se oía como un gran rumor de personas esperando algo; y luego se acercó Dios, y todas estas luces se aglomeraron alrededor de él, pidiendo algo todos al mismo tiempo. Señalaba Dios a una de las luces y esa bajaba violentamente para volver a nacer, señalaba a otro e igual bajaba violentamente; pero otras bajaban para nacer en dos o más cuerpos, los más malos, como por ejemplo un kapo desalmado de un campo de concentración nazi, bajaban a mas cuerpos; vi que bajaron hasta a seis cuerpos”. Y luego, también nos cuenta que la misma persona, la hija muy amada de Dios, conversando con el Maestro Jesús, acerca de la suerte de los niños abortados, él le dijo: “Cuando vuelven a nacer ellos son los equivocados”.

Son las religiones cristiana e islámica las que han ocultado la enseñanza de la reencarnación, porque con el criterio de “una sola vida”, es más fácil y seguro “vender la salvación” y recolectar los diezmos y los bienes de los fieles, que dicen ser para Dios; so pena de “no ser salvo”, o “irse al infierno”. En estas condiciones, esconder la reencarnación, es muy conveniente para los que trafican con la sangre de Jesucristo, o los que trafican con la salvación para la vida eterna. En la cultura de los judíos la reencarnación es un conocimiento ancestral propio de la vida; y el Señor Jesús como buen judío tenía la misma cultura, y en sus enseñanzas jamás ha negado la reencarnación.

Es cierto, hemos sido creados perfectos; la creación de Dios es perfecta. Pero nosotros somos los arquitectos de nuestras diferentes vidas, y es en estas condiciones que estamos invitados a perfeccionar nuestro espíritu. Tenemos la opción de escoger ser “seres espirituales” y dejar de “ser seres sexuales”. Y esta opción la tenemos tanto los heterosexuales como los homosexuales. Y la lucha por perfeccionar nuestro espíritu necesariamente pasa por alejarnos de la fornicación o relaciones sexuales prohibidas por Dios. Está en nosotros por nuestro libre albedrío, la opción de escoger la abstinencia dentro de la relación de amor, si es que estas relaciones relaciones sexuales estan expresamente prohibidas por Dios; entonces el amor será verdadero porque su relación no dañará ni a uno ni a otro; entonces sus espítirus estarán libres y brillarán en armonía con Dios.

Uno de los mayores pecados de los hombres es juzgar a sus hermanos, porque eso es ponernos en el lugar de Dios. Y como sus hijos amemos a nuestros hermanos homosexuales o heterosexuales, en la condición en la que escojan vivir, sean en parejas heterosexuales o en parejas homosexuales. Entonces el matrimonio homosexual puede ser un desafío a Dios, pero ese es un asunto solo del juicio de Dios, no de los hombres. Y si las parejas homosexuales exigen derechos legales similares a la de las parejas heterosexuales, debemos apoyarlos con toda la fuerza y el amor que nos da el ser hijos de Dios. Y ello nos obliga al respeto absoluto, y con amor, a los actos y elección de cada persona o de cada pareja.

Nota Importante:

(Este artículo fue escrito en cuatro partes y en diferentes épocas. Las partes I, II y III fueron escritos con el criterio errado, del autor, de que el homosexualismo era una opción voluntaria; y sin la más mínima intención de juzgar, ni mucho menos ofender absolutamente a nadie, y se reproduce tal como fué escrito porque, a nuestro juicio, contiene verdades eternas muy necesarias para la edificación de Civilización Superior; tal como Dios ha deseado desde siempre para la humanidad, y tal como Jesús el Mesías ha venido a enseñar. Sin embargo, ha causado rechazo de muchos involucrados. manifestando que se han sentido lastimados. En el artículo IV, se corrige el error, y está escrito con el conocimiento de que el homosexualismo no es una opción voluntaria, sino que es una condición con la que se nace)